VIVE. Revista de Investigación en Salud
https://revistavive.org
Volumen 8 No.
22, enero-abril 2025
ISSN:
2664-3243
ISSN-L:
2664-3243
Factores sociodemográficos asociados a los estilos
de conducción en conductores limeños
Sociodemographic
factors associated with driving styles in Lima drivers
Fatores sociodemográficos associados aos
estilos de condução em motoristas limeños
Mitzy Evelyn León Zaquinaula
mleonza@ucvvirtual.edu.pe
https://orcid.org/0009-0002-2425-5094
Estrella Azucena Esquiagola-Aranda
eesquiagola@ucv.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-1841-0070
Mercedes María Nagamine-Miyashiro
mnagamine@ucv.edu.pe
https://orcid.org/0000-0003-4673-8601
Juana Yris Díaz-Mujica
jdiazmu@ucv.edu.pe
https://orcid.org/0000-0001-8268-4626
Universidad César Vallejo, Escuela de
Posgrado. Lima, Perú
Artículo
recibido 8 de noviembre 2024 | Aceptado 6 de diciembre 2024 | Publicado 22 de
enero 2025
RESUMEN
Los factores sociodemográficos asociados a
los estilos de conducción son características demográficas que influyen en cómo
las personas manejan. Con el objetivo determinar su asociación, la
investigación empírica se concibió bajo el paradigma cuantitativo, diseño no
experimental donde se evaluó los estilos de conducción en una muestra de 349
conductores de Lima Metropolitana y Callao, para el recojo de la información se
utilizó el inventario multidimensional. Los resultados señalaron que es
predominante el estilo Prudente con un 88% del total de la muestra, seguido del
estilo Disociativo con 4,6% y el 7,4% se distribuyeron entre los otros cuatro
estilos que evalúa el instrumento. Adicionalmente, se ha comparado el EdC con
las variables sociodemográficas, entre los resultados más resaltantes se puede
observar que las mujeres no presentan el estilo de conducción Manejo de estrés,
en contraparte los hombres se auto perciben con un estilo Riesgoso,
Disociativo, Agresivo y Ansioso (1,7%, 4,3%, 2,3% y 2,0% respectivamente).
Finalmente se buscó la asociación entre los estilos de conducción y las
variables: sexo, lugar de procedencia, rango etáreo, grado de instrucción y tipo
de uso de conducción; solo se encontró asociación significativa (con un valor
de Chi cuadrado de 62.215 y un p – valor de 0.000) entre el lugar de
procedencia y los EdC. Se concluye que los estilos de conducción más
riesgosos, como el agresivo, disociativo y ansioso, son menos frecuentes, pero
se asocian con factores como el estrés, la impulsividad y la falta de
regulación emocional.
Palabras clave: Estilo de conducción; Personalidad;
Estrés; Ansiedad; Riesgo
ABSTRACT
Sociodemographic factors associated
with driving styles are demographic characteristics that influence how people
drive. In order to determine their association, the empirical research
was conceived under the quantitative paradigm, non-experimental design where
driving styles were evaluated in a sample of 349 drivers in Metropolitan Lima
and Callao, using the multidimensional inventory to collect the information.
The results showed that the Prudent style is
predominant with 88% of the total sample, followed by the Dissociative style
with 4.6% and 7.4% were distributed among the other four styles evaluated by
the instrument. In addition, the EoC has been
compared with the sociodemographic variables, among
the most outstanding results it can be observed that women do not present the
driving style Stress Management, in contrast, men
perceive themselves as having a Risky, Dissociative, Aggressive and Anxious
style (1.7%, 4.3%, 2.3% and 2.0% respectively). Finally, the association
between driving styles and the variables: sex, place of origin, age range,
educational level and type of driving use was sought; only a significant
association was found (with a Chi-square value of 62.215 and a p-value of
0.000) between place of origin and EoC. It is concluded
that the most risky driving styles, such as aggressive, dissociative and
anxious, are less frequent, but are associated with factors such as stress,
impulsivity and lack of emotional regulation.
Key word: Driving styles;
Personality; Stress; Anxiety; Risk
RESUMO
Os factores sociodemográficos
associados aos estilos de condução são caraterísticas demográficas que
influenciam a forma como as pessoas conduzem. Para determinar a sua
associação, a investigação empírica foi concebida sob o paradigma quantitativo,
com um desenho não-experimental, em que os estilos de
condução foram avaliados numa amostra de 349 condutores da área metropolitana
de Lima e Callao, utilizando o inventário
multidimensional para recolher a informação. Os resultados mostraram que
o estilo Prudente foi predominante com 88% do total da amostra, seguido pelo
estilo Dissociativo com 4,6%, e 7,4% foram distribuídos entre os outros quatro
estilos avaliados pelo instrumento. Além disso, a EdC foi comparada com as variáveis sócio-demográficas, entre os resultados mais destacados
pode-se observar que as mulheres não apresentam o estilo de condução Gestão do
Stress, em contrapartida, os homens se percebem como tendo um estilo Arriscado,
Dissociativo, Agressivo e Ansioso (1,7%, 4,3%, 2,3% e 2,0% respetivamente). Por
fim, procurou-se a associação entre os estilos de condução e as
variáveis sexo, local de origem, faixa etária, nível de escolaridade e tipo de
uso da condução; apenas foi encontrada uma associação significativa (com um
valor de qui-quadrado de 62,215 e um valor de p de
0,000) entre o local de origem e a EdC.
Conclui-se que os estilos de condução mais arriscados, como o agressivo, o
dissociativo e o ansioso, são menos frequentes, mas estão associados a factores como o stress, a
impulsividade e a falta de regulação emocional.
Palavras-chave: Estilo de
condução; Personalidade; Estresse; Ansiedade; Risco
INTRODUCCIÓN
El incremento de accidentes vehiculares en
Perú es una preocupación alarmante que tiene gran relevancia en los últimos
años. En 2023, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) reportó más
de 87,000 accidentes de tránsito, resultando en 3,138 muertes y 58,082
lesiones. Este panorama refleja una crisis de seguridad vial que exige atención
inmediata y medidas efectivas para prevenir más tragedias (1-4).
Según el observatorio nacional de
seguridad vial, la imprudencia al volante es la principal causa de estos
siniestros, representando el 61% de los casos. Este dato evidencia una
preocupante falta de responsabilidad entre los conductores, que se traduce en
un alto número de víctimas fatales y heridos. La situación es aún más crítica
en ciudades como Lima, donde se concentra más del 50% de los accidentes
registrados. Ante esta realidad, es esencial implementar políticas públicas que
promuevan la educación vial y la responsabilidad en la conducción, así como
reforzar las normas existentes para garantizar la seguridad en las carreteras
peruanas (5).
A pesar de las regulaciones implementadas
por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) para limitar la velocidad,
el número de accidentes de tránsito en Perú sigue siendo alarmantemente alto.
En los primeros meses de 2023, se reportaron 1,143 muertes, lo que equivale a
un promedio de 276 fallecimientos mensuales. Aunque se han establecido
políticas para mejorar la protección en las vías, el efecto en la disminución
de víctimas ha sido mínimo. Esta problemática requiere un enfoque integral que
incluya educación sobre seguridad vial en escuelas, similar al programa
"New York Safe Routes to School", así como mejoras en la
infraestructura, normativas más estrictas y una fiscalización efectiva. La
urgencia de estas medidas es evidente ante el creciente número de siniestros
viales y sus trágicas consecuencias (3).
En ese sentido, la creación de un sistema
de seguridad vial efectivo no es responsabilidad exclusiva de las autoridades;
los conductores también juegan un papel crucial. El comportamiento vial se
refiere a las respuestas, actitudes y creencias de los conductores sobre lo que
consideran seguro o inseguro al volante. Además, los conductores a menudo
enfrentan situaciones estresantes que pueden afectar tanto su desempeño como su
salud mental. Diversos estudios han explorado los factores psicológicos que
influyen en el comportamiento de quienes manejan, destacando la importancia de
abordar estos aspectos para mejorar la seguridad en las carreteras (2). Se
encontraron que los rasgos de personalidad tienen una menor relación con la
conducción arriesgada y una mayor correlación con prácticas de conducción
sostenible, que priorizan el cuidado del medio ambiente (5-7). Sin embargo, se
observa un impacto psicológico y social significativo en los conductores que
han experimentado un accidente de tráfico en los últimos seis meses. Este
impacto se asocia con comportamientos agresivos, que se manifiestan a través de
un lenguaje y expresiones físicas hostiles, así como en la conducción
imprudente y distraída. Los conductores salvadoreños afectados presentan
indicadores de depresión, ansiedad, estrés y otros trastornos de salud mental
asociados con su conducta agresiva al conducir.
Por otra parte (8) agrega, que las
condiciones laborales de los conductores son variables y están influenciadas
por factores como el clima, la contaminación sonora, visual y del aire, así
como por las largas horas que pasan sentados. Estos elementos contribuyen al
aumento del estrés. Un estudio realizado en conductores colombianos reveló que
tanto la edad (especialmente entre 25 y 39 años) como el estado civil (ser
casado) son indicadores de una mayor probabilidad de estrés. En particular, los
jóvenes adultos. enfrentan estresores relacionados con sus necesidades de
independencia y estabilidad laboral, además de las responsabilidades familiares
que deben asumir (5).
Al propio tiempo (9-11)
plantean que el estrés afecta de manera considerable el bienestar de las
personas, especialmente en los conductores que enfrentan situaciones agobiantes
de manera constante. Esta presión dificulta la gestión de sus emociones y
reduce su capacidad de respuesta adaptativa, lo que puede llevar a conductas
desafiantes. La forma en que los conductores manejan estas situaciones está
influenciada por factores tanto externos como internos. Un factor psicológico
clave que predice la conducción de riesgo es la agresividad. Por lo tanto, los
procesos emocionales y cognitivos son esenciales para percibir la conducta de
los automovilistas, especialmente cuando exhiben agresión en el contexto vial,
un fenómeno común en muchos países de Latinoamérica. Esto sugiere una
predisposición de la personalidad hacia comportamientos agresivos al volante,
lo que resalta la relevancia de tratar estos aspectos para optimizar la
seguridad en las vías.
El EdC se define como la
forma de conducir a lo largo de un periodo de años y el estilo habitual que la
persona desarrolla al momento de conducir; es el patrón de comportamiento
típico de los conductores, incluida la velocidad de conducción, la distancia
entre vehículos, el respeto a las normas de tránsito y los niveles habituales
de atención; es un modelo particular de comportamiento viales de cada persona
(12,13).
Su fundamento teórico
implica el análisis de los diversos patrones de comportamiento que los
conductores adoptan en las vías de tránsito, que suelen estar determinados por
una combinación de factores psicológicos, sociales y contextuales. Este
análisis abarca aspectos como las características de la personalidad, la
gestión emocional, la percepción del riesgo y las capacidades cognitivas, que
influyen en la toma de decisiones y las respuestas ante situaciones viales.
Aquí se detallan algunos conceptos clave y teorías relacionadas, con
referencias académicas para profundizar en cada uno de ellos (13).
El comportamiento de los
conductores es estudiado desde la psicología del tránsito, que examina los
procesos psicológicos que fundamentan el comportamiento humano. Se debe tener
en cuenta, que cada persona manifiesta expresiones y conductas al momento de
conducir en base a sus conocimientos y experiencias diferenciándose unos de
otros (14-16).
Las teorías que dan sustento
a los EdC son: Teoría de los Rasgos de Personalidad, ciertos rasgos como la
impulsividad, la agresividad y la búsqueda de sensaciones son predictores de
las conductas de riesgo al conducir (6), Teoría del Comportamiento Planificado
(TPB) referido a las intenciones de una persona hacia una determinada acción
que definen su comportamiento regulados por normas sociales y control
conductual percibido (8); y la Teoría del Estrés y la Regulación Emocional, las
dificultades emocionales afectan negativamente a la percepción de riesgo y la
toma de decisiones (17).
A partir del sustento
teórico propuesto en el Inventario Multidimensional de EdC (MDSI-S) (18); en
Argentina se realizó una adaptación estableciendo una estructura de seis
dimensiones, así, el estilo de riesgo,
referido a comportamientos de conducción a la velocidad máxima o la
búsqueda de emociones al manejar ; el estilo disociativo, asociado a las
distracciones frecuentes y errores al conducir; el estilo agresivo, muestran
impaciencia hacia otros conductores; estilo cordial y prudente describen
conductas de respeto; estilo ansioso, percepción de incapacidad para conducir y
estilo control del estrés, refieren a las acciones que realiza el conductor
para relajarse al conducir (11). Frente a lo descrito, el objetivo del trabajo
es identificar los factores sociodemográficos asociados a los EdC predominante
en los conductores limeños.
MATERIALES
Y MÉTODOS
La investigación actual se
sitúa dentro de un enfoque cuantitativo, caracterizado por su naturaleza
empírica y su diseño no experimental. La muestra estuvo constituida por 349
conductores que residen en Lima Metropolitana y Callao. Se utilizó un muestreo
por conveniencia, lo que implica que los participantes fueron elegidos según su
disponibilidad y voluntad para el estudio.
Los criterios de inclusión para los
participantes fueron los siguientes:
Edad: Todos los participantes debían tener más
de 18 años.
Licencia
de Conducir: Se
requería que los sujetos poseyeran una licencia de conducir vigente.
Frecuencia
de Conducción: Los
participantes debían conducir, al menos, dos veces a la semana.
Para la recopilación de
datos se empleó el inventario multidimensional de estilos de conducción
(MDSI-S), adaptado a la realidad de Argentina. Este instrumento es reconocido
por su capacidad para evaluar diferentes modos de conducción a través de un
total de 40 ítems distribuidos en seis dimensiones clave:
Estilo de
Riesgo: Evalúa la
propensión del conductor a asumir riesgos al volante.
Estilo
Disociativo: Mide la
desconexión emocional o cognitiva durante la conducción.
Estilo
Agresivo: Refleja
comportamientos hostiles o competitivos en la carretera.
Estilo
Cordial y Prudente:
Indica un enfoque más amable y cauteloso hacia la conducción.
Ansiedad: Examina el nivel de ansiedad
experimentado por el conductor al manejar.
Control
del Estrés: Evalúa
cómo los conductores manejan situaciones estresantes mientras conducen.
La administración del
inventario se realizó mediante de una plataforma en línea utilizando Google
Forms. Antes de iniciar el cuestionario, se presentó a cada participante un
consentimiento informado detallado, donde se explicaron los objetivos del
estudio, así como las acciones implementadas para asegurar la confidencialidad
y el uso ético de los datos recolectados. Solo aquellos conductores que
otorgaron su conformidad participaron en el estudio. Se enfatizó la importancia
del respeto a los principios éticos durante todo el proceso investigativo,
asegurando que los participantes pudieran retirarse del estudio en cualquier
momento si así lo deseaban.
Una vez recolectados los
datos, se realizaron análisis descriptivos e inferenciales para evaluar las
relaciones entre las variables sociodemográficas y los distintos estilos de
conducción (EdC), que permitieron identificar patrones y tendencias
significativas, contribuyendo así a una comprensión más profunda del
comportamiento del conductor en Lima Metropolitana y Callao.
Se llevó a cabo un análisis
estadístico empleando la prueba de Chi-cuadrado para examinar la relación entre
diferentes variables y el comportamiento de los conductores en función de su
educación y estilo de conducción (EdC). Las variables incluidas en el análisis
fueron las siguientes:
Sexo, grado de instrucción,
ocupación, lugar de procedencia, número de accidentes de tránsito, edad para
ello se utilizó el programa estadístico SPPP.
RESULTADOS
Y DISCUSIÓN
El MDSI-S demostró poseer
una validez y confiabilidad robustas, con un coeficiente alfa de Cronbach que
alcanza un valor de 0.87, lo que respalda su uso como herramienta válida para
evaluar modos de conducción.
El análisis demográfico de
la muestra reveló características significativas. De los 349 conductores
mayoritariamente hombres 94.3% y solo un 5.7% de mujeres, con edades
comprendidas desde 19 hasta 70 años, con una edad media de 39.2 y desviación
estándar de 11.36 años. El rango etario con mayor porcentaje del 38.68% de 30 a
39 años. Es importante señalar que un 6.3% tiene edades comprendidas entre 60 y
70 años. La muestra reportó tener un rango de 49 años de experiencia en el
manejo de vehículos de diferentes categorías.
Asimismo, un 0.6% de la
muestra reporta haber tenido hasta cinco eventos desafortunados en accidentes
de tránsito; hay que reconocer que un 84.7% no reporta haber sufrido accidentes
de tránsito, aunque este dato no es del todo satisfactorio. Otra de las
características de la muestra es el grado de instrucción; de acuerdo a normativa
actual no es requisito contar con secundaria completa, solo tener mayoría de
edad entre otros requisitos para obtener el permiso de conducir. Por lo que, se
observó que el 1.4% tiene secundaria incompleta, 50.4% secundaria completa,
14.3% superior técnico no universitario, 1.4% superior incompleto y finalmente
un 32.4% con estudios universitarios completos.
Ante la consulta, tipo de
conducción que realiza, la muestra reporta: 12.9% conducción de vehículo para
uso particular, 71.1% conducción de vehículo para uso del trabajo y 16%
conducción de vehículos motorizados ya sea repartidor de delivery o servicio
vigilancia de serenazgo. Otro aspecto
que se tuvo en cuenta para la descripción de la muestra es el lugar de
procedencia: Lima Centro 13.8%, Lima Este 48.7%, Lima Norte 24.4%, Lima Sur
3.7% y un 9.5% Callao.
El estudio de los estilos de
conducción entre los 349 participantes, mostró una variedad en las preferencias
y conductas al volante. Los resultados obtenidos mostraron que el estilo de conducción prudente
es el más predominante entre los conductores encuestados, representando un 88.0% de la muestra
total. Este hallazgo sugiere que la gran mayoría de los conductores asumen una
actitud prudente y responsable al conducir, lo que puede estar relacionado con
una mayor conciencia sobre la seguridad vial y el deseo de evitar accidentes.
En contraste, los estilos de conducción que se
consideran más arriesgados o menos controlados tienen una representación
significativamente menor. Por ejemplo, el estilo riesgoso, solo 7 conductores
(equivalente al 2.0%)
se identificaron con el mismo, lo que indica que una pequeña fracción de la
muestra tiende a asumir riesgos al conducir. El disociativo, lo reportaron 16
participantes (un 4.6%), sugiriendo que algunos conductores
pueden experimentar desconexión emocional o cognitiva mientras manejan. Por su
parte, el estilo
agresivo lo adoptaron un
total de 9
conductores (2.6%), lo que podría implicar
comportamientos hostiles o competitivos en la carretera. Asimismo, el estilo ansioso, tuvo a 8 participantes, lo
que equivale a un 2.3%
de la muestra, indicando que algunos conductores pueden experimentar estrés o
nerviosismo al volante. Finalmente, solo 2
conductores (lo que representa el 0.6%)
se identificaron con un estilo relacionado con el manejo del estrés, sugiriendo
que este es un aspecto menos común entre los participantes.
El
análisis de los niveles de estilos de conducción entre los 349 participantes
reveló una distribución interesante en diversas categorías, bajo, moderado y
alto. El estilo
Agresivo, bajo, un total de 5 conductores (55.6%) se clasificaron en el nivel
bajo, lo que indica que, aunque hay una tendencia hacia la agresividad, la
mayoría no manifiesta comportamientos extremos. Mientras que el estilo moderado
sólo 3 conductores (33.3%) mostraron un estilo discretamente agresivo,
sugiriendo que algunos pueden experimentar momentos de competitividad o
impaciencia al volante. Por otro lado, el alto, solo 1 conductor (11.1%) fue
clasificado con un estilo agresivo alto, lo que sugiere que este comportamiento
es relativamente raro entre los participantes.
En relación al estilo
disociativo, se destacó la poca representación en el nivel bajo, con solo 1
conductor (6.3%), lo que sugiere que pocos conductores experimentan desconexión
emocional al manejar. Mientras, el estilo moderado, la mayoría, de los
conductores (75%), se ubicaron en este nivel, lo que puede indicar que muchos
choferes tienen momentos ocasionales de distracción o falta de atención. Por
último, el alto, un total de 3 conductores (18.8%) presentaron este estilo, lo
que podría ser motivo de inquietud desde la perspectiva de la seguridad vial.
En el estilo ansioso, no
tuvo conductores en el nivel bajo, pero se distribuyó entre moderado y alto. El
moderado, con 5 conductores (62.5%) sugiere que una proporción significativa
puede experimentar ansiedad al conducir. Mientras, el alto, los 3 conductores
restantes (37.5%), lo que puede influir en su habilidad para conducir de forma
segura.
En relación al manejo del
estrés, todos los participantes que lo mostraron se ubicaron en el nivel
moderado, con un total de 2 conductores (100%). Esto sugiere que estos
individuos son capaces de manejar situaciones estresantes sin llegar a niveles
extremos.
Sin embargo, en el estilo de
riesgo, se observó una concentración significativa en el nivel moderado, con 5
conductores (71.4%), este grupo muestra una tendencia a asumir ciertos riesgos
al conducir, aunque no en exceso. No se reportaron conductores en los niveles
bajo o alto para este estilo, lo cual puede ser indicativo de una conciencia
general sobre la seguridad.
Por último, el estilo
prudente, mostró la mayor representación. Ubicándose, en el nivel moderado, un
total de 143 conductores (46.6%) adoptaron un enfoque cauteloso al volante. En
el nivel alto, la mayoría, con 164 conductores (53.4%), se clasificaron como
prudentes, lo cual es alentador y sugiere una cultura general de conducción
responsable entre los participantes.
Los resultados obtenidos
ofrecen una visión detallada sobre cómo se distribuyen los diferentes estilos
de conducción entre los conductores encuestados, lo que puede tener
implicaciones significativas para la protección en las vías y la formación de
los conductores en Lima Metropolitana y Callao.
Tabla 1. Niveles de Estilo de conducción
|
Estilo Agresivo |
Estilo Disociativo |
Estilo Ansioso |
Manejo de Estrés |
Estilo de Riesgo |
Estilo Prudente |
||||||
Nivel |
F |
% |
F |
% |
F |
% |
F |
% |
F |
% |
F |
% |
Bajo (D1 -D3) |
5 |
55,6 |
1 |
6,3 |
|
|
|
|
|
|
|
|
Moderado (D4 – D7) |
3 |
33,3 |
12 |
75,0 |
5 |
62,5 |
2 |
100,0 |
5 |
71,4 |
143 |
46,6 |
Alto (D8 – D10) |
1 |
11,1 |
3 |
18,8 |
3 |
37,5 |
|
|
2 |
28,6 |
164 |
53,4 |
Total |
9 |
100,0 |
16 |
100,0 |
8 |
100,0 |
2 |
100,0 |
7 |
100,0 |
307 |
100,0 |
El estudio de los estilos de
conducción según el género y el propósito del uso del vehículo (personal o
laboral) Tabla 2, proporcionó información valiosa sobre
los comportamientos de los conductores encuestados. Los resultados
obtenidos proporcionan una visión clara sobre cómo se distribuyen los
diferentes estilos de conducción entre los conductores encuestados, así como
las variaciones significativas en función del sexo y el tipo de uso del
vehículo.
En el estilo riesgoso, se
identificaron 7 conductores (2.0%), de estos, sólo 1 era mujer (0.3%) y 6 eran
hombres (1.7%). Esta distribución sugiere que los hombres tienden a asumir más
riesgos al conducir en comparación con las mujeres. En cuanto al tipo de uso,
el estilo riesgoso fue reportado por 1 conductor en un contexto particular
(0.3%) y por 6 en un contexto laboral (1.7%). Esto podría indicar que algunos
conductores asumen más riesgos en situaciones laborales, posiblemente debido a
la presión del tiempo o la carga laboral.
El estilo disociativo se
reportó por un total de 16 conductores (4.6%), la representación fue baja entre
las mujeres (0.3%) y significativamente mayor entre los hombres, con 15 (4.3%).
Esto sugiere que los hombres pueden experimentar más desconexión emocional o
cognitiva al conducir. En términos de uso, este estilo también se observó
principalmente en contextos laborales, donde 12 conductores (3.4%) lo adoptaron
durante su trabajo, y solo 3 lo hicieron en un contexto motorizado. En el
estilo agresivo, se identificaron 9 conductores (2.6%), de estos, solo 1 era
mujer (0.3%) y 8 eran hombres (2.3%). Esta diferencia significativa resalta la
tendencia masculina hacia comportamientos más agresivos al volante. Este
comportamiento se distribuyó entre el uso particular y laboral: 2 conductores
(0.6%) utilizaron este estilo en actividades particulares, mientras que 7 (2%)
lo hicieron en su trabajo.
En relación al estilo
prudente fue el más predominante, con un total de 307 conductores (88%), de
este grupo, solo 16 eran mujeres (4.6%), mientras que la gran mayoría, con 291,
eran hombres (83.4%). Esto indica que la mayoría de los conductores emplean una
actitud prudente al conducir. Este estilo se utilizó tanto en contextos
particulares como laborales: se identificaron 39 conductores (11.2%) que lo
usaron para fines personales y una gran cantidad de 215 (61.6%) que lo
emplearon en su trabajo. El estilo ansioso, lo reportaron un total de 8
conductores (2.3%). De estos, había una mujer representando el 0.3%, mientras
que siete hombres constituyeron el restante (2%). Esto puede indicar que la
ansiedad al conducir es más común entre los hombres. Este estilo fue adoptado igualmente
en contextos particulares y laborales, reflejando una preocupación potencial
sobre la capacidad de estos conductores para manejar situaciones estresantes.
En el manejo de estrés, solo
se identificaron 2 conductores (0.6%) con un estilo relacionado uno utilizó
este estilo en un contexto particular y otro en un contexto laboral, indicando
que los hombres pueden tener diferentes formas de lidiar con el estrés asociado
a la conducción.
Tabla 2. Estilos de conducción según sexo y tipo de uso
|
F |
% |
M |
% |
H |
% |
Uso Particular |
% |
Uso de Trabajo |
% |
Motorizado |
% |
Riesgoso |
7 |
2,0 |
1 |
0,3 |
6 |
1,7 |
1 |
0,3 |
6 |
1,7 |
0 |
0,0 |
Disociativo |
16 |
4,6 |
1 |
0,3 |
15 |
4,3 |
1 |
0,3 |
12 |
3,4 |
3 |
0,9 |
Agresivo |
9 |
2,6 |
1 |
0,3 |
8 |
2,3 |
2 |
0,6 |
7 |
2,0 |
0 |
0,0 |
Prudente |
307 |
88,0 |
16 |
4,6 |
291 |
83,4 |
39 |
11,2 |
215 |
61,6 |
53 |
15,2 |
Ansioso |
8 |
2,3 |
1 |
0,3 |
7 |
2,0 |
1 |
0,3 |
7 |
2,0 |
0 |
0,0 |
Manejo de Estrés |
2 |
,6 |
0 |
0 |
2 |
0,6 |
1 |
0,3 |
1 |
0,3 |
0 |
0,0 |
Total |
349 |
100,0 |
20 |
|
329 |
|
45 |
100 |
248 |
100 |
56 |
100 |
Los resultados del análisis
de Chi-cuadrado, Tabla 3, ofrecen una visión clara sobre la relación entre los
estilos de conducción y varios factores sociodemográficos relevantes.
El valor Chi-cuadrado para
la relación entre el sexo y los estilos de conducción fue 2.392, con 5 grados
de libertad y una significancia asintótica de 0.793. Este hallazgo sugiere que
no hay una relación estadísticamente significativa entre el género y los
estilos de conducción que adoptan los participantes. Esto sugiere que tanto hombres
como mujeres presentan patrones similares en sus estilos al volante, lo cual
podría reflejar un cambio en las actitudes hacia la conducción en función del
género.
El análisis del grado de
instrucción mostró un valor Chi-cuadrado de 11.375, con 20 grados de libertad y
una significancia asintótica de 0.936. Este resultado indicó que no existe
suficiente evidencia para sostener que el nivel educativo influya en los
estilos de conducción. La falta de asociación podría sugerir que,
independientemente del grado educativo alcanzado, los conductores tienden a
adoptar estilos similares.
En cuanto a la ocupación, se
obtuvo un valor Chi-cuadrado de 8.618, con 10 grados de libertad y una
significancia asintótica de 0.569. Esto sugiere que no hay una relación significativa
entre la ocupación y los estilos de conducción adoptados por los participantes,
lo que puede indicar que factores como la profesión o el tipo de trabajo no
influyen considerablemente en cómo las personas conducen.
El análisis reveló un valor Chi-cuadrado
notablemente alto, 62.215, con 20 grados de libertad y una significancia
asintótica de 0.000. Este resultado indica una relación estadísticamente
significativa entre el lugar de procedencia y los estilos de conducción,
sugiriendo que las características culturales, socioeconómicas o ambientales
del lugar pueden influir en cómo las personas conducen. Esta asociación podría
ser explorada más a fondo en investigaciones futuras para entender cómo las
normas sociales y las experiencias locales afectan el comportamiento al
volante.
Para el número de
accidentes, se encontró un valor Chi-cuadrado de 7.456, con 25 grados de
libertad y una significancia asintótica de 1.000. Esto sugiere que no existe
una relación significativa entre el historial de accidentes y los estilos de
conducción que emplean los participantes, sugiriendo que la experiencia previa
con accidentes no necesariamente determina el estilo actual al conducir.
El análisis para la edad
mostró un valor Chi-cuadrado de 20.503, con 20 grados de libertad y una
significancia asintótica cercana a la frontera significativa (0.060). Aunque
este resultado no alcanza el umbral convencional para ser considerado
significativo (p < 0.05), su proximidad sugiere que podría haber alguna
relación digna de exploración en futuros estudios sobre cómo la edad puede
influir en las actitudes y comportamientos al conducir.
Tabla 3. Pruebas Chi cuadrado EdC con factores
|
Valor |
df |
Sig.
asintòtica (bilateral) |
sexo-EdC |
2,392 |
5 |
,793 |
Grado de instrucción |
11,375 |
20 |
,936 |
Ocupación |
8,618 |
10 |
,569 |
Lugar
de procedencia |
62,215 |
20 |
,000 |
Número
de accidentes de tránsito |
7,456 |
25 |
1,000 |
Edad |
20,503 |
20 |
,060 |
N° de casos válidos |
349 |
|
|
a.24 casillas
(80.0%) han esperado un recuento menor que 5. El recuento mínimo esperado es
,07
Discusión
Los resultados derivados en
este artículo manifiestan una realidad preocupante en las calles de Lima y
Callao, donde los estilos de conducción (EdC) demuestran una falta de
consideración por las normas de tránsito. Esta situación se traduce en un
elevado número de accidentes y muertes en las vías, lo que plantea serias
interrogantes sobre la seguridad vial en la región. La observación recurrente
de conductores distraídos, ya sea mirando sus teléfonos móviles o, incluso,
escribiendo en redes sociales mientras conducen, subraya un comportamiento
irresponsable que pone en riesgo no solo a los conductores, sino también a los
pasajeros y transeúntes. Este fenómeno de distracción al volante es alarmante y
refleja una cultura de conducción que prioriza la inmediatez de la comunicación
digital sobre la atención necesaria para garantizar la seguridad en la
carretera. La normalización de estas conductas peligrosas sugiere que se
requiere un cambio significativo en la educación vial y en las actitudes hacia la
conducción responsable (2,7,12).
Es fundamental que se
implementen campañas de concienciación que aborden específicamente el uso de la
telefonía celular mientras se conduce, así como políticas más estrictas para
sancionar estas infracciones. Además, es importante considerar que el contexto
sociocultural de Lima y Callao puede influir en estos comportamientos. La
congestión del tráfico, la presión por llegar a tiempo a los destinos y las
condiciones adversas de las vías pueden contribuir a que los conductores
adopten actitudes imprudentes. Por lo tanto, es esencial no solo fomentar un
cambio individual en el comportamiento de los conductores, sino también abordar
las condiciones estructurales que facilitan este tipo de distracciones
(3,11,18).
Los hallazgos de este
estudio revelan una puntuación notablemente alta en el estilo de conducción
prudente, alcanzando un 88% entre los 349 conductores evaluados. De este grupo,
el 53% se clasifica en un nivel alto de prudencia al volante. Sin embargo,
estos datos resultan ambivalentes cuando se contrastan con las estadísticas de
accidentes de tránsito en Perú, que siguen siendo alarmantemente elevadas. Esta
discrepancia sugiere que, a pesar de la percepción de una mayoría de
conductores que adoptan un comportamiento prudente, la realidad en las vías
puede estar influenciada por otros factores que fomentan conductas riesgosas.
Es fundamental abordar el
cambio de actitudes de los conductores, lo cual implica un enfoque integral que
contemple tres dimensiones: el aspecto epistémico (forma de pensar), el
emocional (forma de concebir) y el conductual (forma de proceder). La
investigación realizada por Lajunen et al. (12) sobre programas de autocontrol
demuestra que es posible lograr un cambio significativo en las actitudes hacia
la conducción, lo que resulta en una disminución significativa de los
accidentes en las calles (9,19-21).
Esto resalta la importancia
de implementar intervenciones que no solo informen sobre las normas de
tránsito, sino que también modifiquen las creencias y emociones subyacentes que
influyen en el comportamiento del conductor. Las actitudes juegan un papel
crucial en la disminución de actuaciones peligrosos y en la promoción de
estilos de conducción más prudentes. Las valoraciones y percepciones que los
conductores asumen pueden predisponerlos a adoptar conductas tanto riesgosas
como prudentes. Este fenómeno ha sido evidenciado en programas como SARTRE,
subvencionado por la Comisión Europea (22), que han mostrado cómo la educación
y la sensibilización pueden cambiar las actitudes hacia la conducción. Por lo
tanto, entender los modelos explicativos psicológicos detrás de las conductas
de riesgo es fundamental para crear estrategias efectivas, que promuevan
hábitos más seguros al volante.
La implementación de
programas educativos y campañas de concienciación debe ser diseñada teniendo en
cuenta estos modelos psicológicos, para así fomentar un cambio duradero en las
actitudes y comportamientos de los conductores. Solo a través de un enfoque
holístico se podrá contribuir a una prosperidad significativa en la seguridad
vial y una rebaja en el número de accidentes en Perú.
Los resultados de esta
investigación indican que el estilo de conducción más común entre los
participantes es el estilo cauteloso, con una puntuación total del 88%. De los
307 conductores evaluados, el 53% se clasifica en un nivel alto de prudencia al
volante. Sin embargo, estos datos presentan una ambivalencia cuando se
contrastan con los números de sucesos de tráfico en Perú, que continúan siendo
alarmantemente elevadas. Esta discrepancia sugiere que, a pesar de que una
mayoría de conductores se identifica con un comportamiento prudente, la
realidad en las vías puede estar influenciada por otros factores que fomentan
conductas riesgosas. Es fundamental abordar el cambio de actitudes de los
conductores, lo cual implica un enfoque integral que contemple tres
dimensiones: el aspecto cognitivo (modo de pensar), el emocional (modo de
sentir) y el conductual (modo de actuar).
La investigación realizada
por Lajunen et al. (12) sobre programas de autocontrol demuestra que es posible
lograr un cambio significativo en las actitudes hacia la conducción, lo que se
denota en un descenso valioso de los sucesos en las vías públicas. Este
hallazgo resalta la importancia de implementar intervenciones que no solo
informen sobre las normas de tránsito, sino que también modifiquen las
creencias y emociones subyacentes que influyen en el comportamiento del
conductor. Las actitudes son clave para reducir comportamientos riesgosos y
promover estilos de conducción más seguros. Las valoraciones y percepciones que
los conductores asumen pueden predisponerlos a adoptar conductas tanto
riesgosas como prudentes.
Este fenómeno ha sido
evidenciado en programas como SARTRE, subvencionado por la Comisión Europea
(23, 24), que han mostrado cómo la educación y la sensibilización pueden
cambiar las actitudes hacia la conducción. El hecho de que un porcentaje
significativo de conductores se identifique como prudente podría indicar una
comprensión teórica de la seguridad vial; sin embargo, esto no siempre se
traduce en comportamientos seguros en la práctica. Es crucial entender que las
actitudes hacia la conducción no son estáticas y pueden ser influenciadas por
diversas variables contextuales, sociales y psicológicas. Por lo tanto, es
esencial desarrollar programas educativos y campañas de concienciación que
aborden no solo el conocimiento sobre normas viales, sino también los aspectos
emocionales y cognitivos que afectan la toma de decisiones al conducir.
El estudio de la conexión
entre los estilos de conducción (EdC) y las variables sociodemográficas reveló
que solo existe una asociación significativa entre los EdC y el lugar de
procedencia de los choferes. Este resultado indica que en la jurisdicción del
Callao pueden adoptar una conducta más responsable al volante, posiblemente
debido a la implementación efectiva de un sistema de seguridad vial que incluye
el cobro efectivo de multas. Este enfoque puede fomentar una mayor conciencia
acerca de la relevancia de respetar las normas de tránsito, lo que a su vez
podría influir en los comportamientos de conducción. Es importante considerar
que cada individuo posee diversos componentes en su personalidad que influyen
en su comportamiento al conducir. Sin embargo, el factor humano es crucial y, a
menudo, es el responsable de los errores cometidos al volante (7,19, 21).
Las circunstancias del momento pueden
llevar a los conductores a actuar con imprudencia (2,5,7). Esto implica que,
aunque un conductor pueda tener un conocimiento teórico adecuado sobre las
regulaciones de tránsito y un estilo de conducción por lo general cauteloso,
factores como el estrés, la fatiga o la distracción pueden desencadenar
decisiones arriesgadas en situaciones críticas. A pesar de la identificación de
una asociación entre el lugar de procedencia y los EdC, no se encontraron
evidencias estadísticas que respalden asociaciones significativas con otras
variables sociodemográficas, como el género, la edad o el nivel formativo. Esto
puede indicar que, si bien estas características pueden influir en las
actitudes y comportamientos generales, no necesariamente determinan cómo un
individuo se comporta al volante en situaciones específicas. La habilidad para
conducir, junto con la experiencia y la capacidad para gestionar situaciones
imprevistas, son factores críticos que pueden contribuir a evitar accidentes
Para abordar eficazmente los
problemas de seguridad vial, es necesario implementar estrategias educativas y
políticas que no solo se centren en el cumplimiento normativo, sino que también
promuevan la adquisición de habilidades y competencias emocionales en los
conductores. Esto podría ayudar a mitigar los errores humanos y fomentar una
cultura vial más segura en todas las jurisdicciones (8,11,22).
Los hallazgos de este
estudio muestran diferencias significativas en relación con las investigaciones
llevadas a cabo por Sánchez (22), quienes aplicaron el mismo inventario en su
versión original y encontraron asociaciones significativas entre los estilos de
conducción (EdC) y diversas variables sociodemográficas, incluyendo el sexo. En
su análisis, analizó una relación negativa entre la edad y los EdC ansioso y
disociativo, lo que implica que, a mayor edad, los conductores tienden a
experimentar menos ansiedad al conducir. Además, hallaron una asociación entre
la edad y los estilos de conducción imprudente y descuidado. Estos hallazgos
sugieren que la experiencia acumulada con el tiempo podría contribuir a una
mayor confianza y habilidad al volante.
Asimismo, la investigación
de Taubman et al., Taubman-Ben-Ari y Yehiel, Trógolo (25-27) refuerzan esta
idea al señalar que los jóvenes son más propensos a adoptar actitudes
temerarias, lo que se traduce en un mayor número de infracciones. Esto resalta
el papel crucial de la edad como un factor que permite acumular experiencia en
la conducción, lo que podría llevar a una disminución de comportamientos
riesgosos. En contraste, los resultados obtenidos en este estudio no
encontraron asociaciones significativas entre los EdC y las variables
sociodemográficas analizadas. Esta discrepancia puede sugerir que otros factores
contextuales o psicológicos están influyendo en el comportamiento de conducción
de los participantes. Es posible que las características culturales o las
normas sociales específicas de la región estudiada estén afectando las
actitudes hacia la conducción, lo que podría explicar la falta de correlación
observada. Además, es importante considerar que las actitudes y comportamientos
al volante son complejos y multifacéticos.
La personalidad del
conductor, así como sus experiencias previas y el contexto en el que se
encuentra, juegan un papel fundamental en cómo se manifiestan estos estilos de
conducción. Por ejemplo, factores como el estrés y la presión del tiempo pueden
llevar a decisiones impulsivas o imprudentes, independientemente de la edad o
la experiencia del conductor. La ausencia de evidencia estadística que respalde
una asociación con diferentes variables sociodemográficas también sugiere que
puede ser necesario explorar más a fondo otros aspectos psicológicos que
influyen en los estilos de conducción. Comprender cómo las emociones, las
creencias y las experiencias individuales afectan el comportamiento al volante
podría proporcionar información valiosa para desarrollar intervenciones más
efectivas (12,19).
Los resultados de este
estudio contrastan con los hallazgos de Rivera (21), quien realizó un análisis
comparativo de los estilos de conducción (EdC) y no encontró diferencias
significativas entre los distintos estilos. Sin embargo, a diferencia de la
presente investigación, Rivera sí identificó una relación entre el estilo
arriesgado y los años de experiencia en manejo, lo que sugiere que la
experiencia puede influir en la adopción de comportamientos más o menos
prudentes al volante. Esta discrepancia en los resultados podría estar
relacionada con las características específicas de las muestras estudiadas, así
como con el entorno en el que se realizaron las investigaciones. Ambos estudios
utilizaron el mismo instrumento para medir los EdC, lo que refuerza la validez
del cuestionario. Sin embargo, las diferencias en las conclusiones pueden
deberse a factores como la composición demográfica de las muestras, el entorno
geográfico y cultural, y las condiciones de conducción en cada región.
Por ejemplo, es posible que
los conductores en la muestra de Rivera (21), tengan diferentes niveles de
exposición a situaciones de riesgo o diferentes actitudes hacia la seguridad
vial, lo que podría afectar sus estilos de conducción. Además, el hecho de que
encontrara una relación entre la experiencia y el estilo arriesgado plantea
preguntas sobre cómo la experiencia se traduce en comportamientos específicos
al volante. Si bien es razonable suponer que más años de conducción podrían
llevar a una mayor prudencia, también es posible que algunos conductores
experimentados desarrollen una falsa sensación de seguridad que los lleve a
adoptar conductas más arriesgadas. Este fenómeno ha sido documentado en otras
investigaciones, donde se ha observado que la experiencia no siempre se
correlaciona positivamente con un estilo de conducción seguro. Por otro lado,
es importante considerar que el campo de estudio sobre los estilos de
conducción es complejo y multifacético.
Factores psicológicos,
sociales y contextuales pueden influir en cómo los conductores perciben su
propia habilidad y riesgo al volante. La falta de diferencias significativas en
este estudio podría indicar que factores como la presión social o las normas
culturales tienen un impacto más fuerte en el comportamiento del conductor que
las características sociodemográficas tradicionales.
CONCLUSIONES
Los
factores sociodemográficos asociados a los EdC identificados se relacionan con la procedencia geográfica de los conductores con predominancia del sexo masculino entre los
conductores, muchos de los cuales utilizan la conducción como parte de su
trabajo. Aunque el estilo de conducción prudente es el más común, esto es
notable considerando el tráfico caótico de la ciudad. Los estilos de conducción
más riesgosos, como el agresivo, disociativo y ansioso, son menos frecuentes,
pero se asocian con factores como el estrés, la impulsividad y la falta de
regulación emocional.
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Mitzy
Evelyn León Zaquinaula.
Licenciada en Psicología. Magister en Problemas de aprendizaje. Doctorando en
psicología. Experiencia en programas para la prevención de la violencia contra
la mujer, trabajando para el gobierno Regional del Callao y para la Dirección
de Redes Integradas de Salud Lima Centro, Perú.
Estrella
Azucena Esquiagola-Aranda.
Doctora en Gestión Pública y Gobernabilidad, Universidad César Vallejo.
Magister en Educación con mención dificultades de aprendizaje, Pontifica
Universidad Católica del Perú. Licenciada en Psicología, Universidad Nacional
Federico Villarreal. Docente de pregrado y posgrado. Adscrita a la Unidad del
Vicerrectorado de Investigación, Universidad César Vallejo. Ponente nacional e internacional.
Investigadora Renacyt, autora de publicaciones científicas en revistas
indexadas. Coeditora de la Revista UCVScientia, Perú.
Mercedes
María Nagamine-Miyashiro.
Ingeniero en Industrias alimentarias, Universidad Nacional del Centro del Perú.
Magister en Educación con mención en docencia e investigación en educación
superior UAP; Magister en Gestión de la ciencia y la innovación UPV España.
Doctora en Educación, Universidad César Vallejo. Diplomatura de estudio en
estadística aplicada PUCP. Diplomado de especialización de posgrado estadística
aplicada a la investigación científica USMP; Diplomado de especialización en
gestión de la investigación y transferencia del conocimiento UPV. Docente de
Investigación en Posgrado. Ponente
internacional y nacional. Adscrita a la unidad del Vicerrectorado de
Investigación de la Universidad César Vallejo; asesora de tesis de posgrado a
nivel de maestrías y doctorados. Coeditora de la Revista UCVScientia, revisora
par de revistas internacionales. Docente Renacyt, Perú.
Juana
Yris Díaz-Mujica. Doctora
en Administración de la Educación, Universidad César Vallejo. Master en Gestión
y comunicación de proyectos sociales solidarios de la Universidad Abad Oliba de
Barcelona. Licenciada en Obstetricia, Universidad San Martin de Porres de Lima.
Experiencia docente universitaria en posgrado, participante como ponente a
Congresos internacionales, cuenta con publicaciones en revistas de impacto,
Docente Renacyt, Perú.